La ilusión de cientos de transportistas del Altiplano Potosino se rompe al descubrir que la obra que representaba el renacer del trabajo local ahora será realizada por empresas y transportistas foráneos. Lo que comenzó como un anuncio de esperanza bajo el gobierno de Ricardo Gallardo Cardona, terminó siendo una historia de exclusión.
Muchos camioneros habían preparado sus vehículos, soñando con meses de empleo que les permitirían asegurar el alimento, la ropa y la educación de sus hijos. Pero esa esperanza se convirtió en tristeza al confirmarse que los contratos y las tarifas no favorecen a los locales.
El trabajo que se prometió para los hombres y mujeres del Altiplano, ahora beneficia a quienes vienen de fuera, mientras las familias potosinas vuelven a enfrentarse al desempleo y la incertidumbre.
“Queríamos trabajar, no limosnas”, expresan los camioneros. La carretera que debía conectar al estado con el progreso, hoy divide a su gente entre quienes fueron escuchados y quienes, una vez más, quedaron en el olvido.




